He caminado en un triángulo
donde en cada esquina he encontrado cinco mujeres diferentes, con sentimientos
espectaculares y un sin número de sueños por querer realizar y a cada una de
estas mujeres las he hecho feliz por un instante en sus vidas, pero esto no ha
sido suficiente, ya que han sufrido cada vez que me he alejado.
Con todo esto, no había notado
el sufrimiento de cada mujer hasta que varias me expresaron lo mismo, que no sabía
lo que quería en cuanto al amor, y que debía cambiar. Y en base a esas palabras
me di cuenta que he sido un desgraciado en el amor y que el dolor que he causado
es imperdonable.
Pero la vida sigue, por
momentos me he detenido a ver aquellas mujeres caminar, varias lograron rehacer
su vida, pero otras aún siguen sufriendo mi despecho y me duele y créanme que
quisiera remediarlo, pero como hago si
no puedo devolver el tiempo, y aun si pudiera hacerlo el pasado siempre vuelve.
Por momentos se pierde el
hilo de las tres esquinas donde se encuentra el paraíso y por ser desordenado en el amor te enfrentas al
despecho y a la desolación más grande que se puede sentir, de este modo se
entiende y se aprende que sin un amor verdadero no se puede vivir.
Quien creo el triángulo de
las mujeres, y creo el pensamiento del hombre que camina sobre él, se le olvido
informar que las mujeres por más que solo quieran disfrutar de una persona, al
final terminan entregando parte de sus sentimientos y que para ellas no es
suficiente con solo tener sexo, si no que les gusta que las quieran y las
valoren.
Es difícil ver a los ojos a
una mujer que te suplica amor y respeto, cuando se está pensando en otra. Pero es
más complicado cuando le das la oportunidad y es ella la que te paga mal.
Hoy en día es difícil encontrar
a una persona que quiera tener una relación seria, y que llene nuestras expectativas
para seguir creciendo mutuamente, en lo profesional, en liderazgo, y en lo
sentimental, con esto no quiero decir que no se pueda encontrar, al contrario
debe ser lindo vivir algo nuevo, algo que nos saque de casillas sin volvernos
locos, algo que nos haga amar, sentir y respetar a quien se lo merezca.
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